viernes, 28 de diciembre de 2012

Carta al que se va

Son muchos los sentimientos que llegan al saber que ya casi te vas, pero me despido con la gratitud más sincera, desde el alma y el corazón por todo lo que me permitiste conocer. 
Reiteré una vez más quien soy: Una joven apasionada por muchos temas, pero principalmente enamorada del periodismo. Encontré muchas piedras, sin embargo soy agradecida por las manos que encontré en el camino, que me ayudaron en cada paso que los necesité, sin pretensiones, sin maldad, con las mejores intenciones por ayudarme en la escalada de tan vertiginosa carrera. Me enseñaste que la familia no es un contrato, pero como éste, también se disuelve y si no hay nada por hacer, por lo menos queda la esperanza de formar una, desde otro camino, desde otra orilla, desde otra forma de amar. 
Pude descubrir cuán valiosa puede ser una amistad y el tesoro tan hermoso que es el poder brindarla. Sin importar de qué color esté pintado el cielo de la otra persona, porque para la amistad, los colores siempre serán de esperanza, alegría, amor e incondicionalidad.
Me dijiste muy quedo al oído que debía renunciar a muchas cosas, porque un árbol no puede ser frondoso si en sus raíces sólo abunda la maleza. 
Decidí meterme en realidades que no me pertenecían, pero que las volví propias para aprender a ver la vida con otros ojos.
Me enseñaste que el amor si existe, aunque a veces las personas traicionen, hagan daño y sean desleales en su nombre. Pero quien no vive por el amor, difícilmente sabe lo que es la vida. 
Estos meses que me brindaste realmente sentí el cambio que quizás debió aparecer en 2006 y que era el de "niña a mujer". Hoy me siento más mujer, pero mi niña interna más viva que nunca, porque es ella la que me permite reír cuando me han clavado puñales, pero cuando me los he clavado también yo. Es la que me impulsa a disfrutar de esas pequeñas cosas que están en el diario vivír y solemos desaprovechar porque al parecer nos vendieron la falsa idea que cumplir y avanzar en años, era aprisionar el alma en la jaula de la amargura.
Me presentaste personas que nunca pensé conocer, pero que han aportado tanto a mi vida, que aprendí a amar a través de la suya, que me guiaron, me regañaron, pero por encima de todo me aceptaron como soy, asunto que siempre es complejo. 
Soportaron mi rechazo a la carne de res, mi poco comer, mis berrinches si hay coca-cola en el menú, mis caras al ver que toda la comida me sabía salada, mi desagradable manía de sacar las arvejas del plato y mi terrible odio a la sopa y a la papaya. 
Mi necesidad de andar descalza por la casa y mis cambios de humor frecuentes. El humo del cigarrillo que para muchos es tan molesto y mi hablar en ocasiones inentendible.
Supiste de cada uno de mis logros, fuiste testigo de ellos, de mis esfuerzos y desventuras. Sabes cuánto lloré por las diferentes causas y cuanto me llegó a doler el alma y el corazón.
Presenciaste mis decisiones, entre ellas, la de cerrar la puerta a tantas, pero tantas personas que si bien han sido fundamentales en mi vida, no serán indispensables en el camino que sigue.
Te puedo decír que hoy muero. 
Muero a una vida de conflictos internos e incomprensiones propias. Muero a los temores, al qué dirán y a pensar en los demás por encima mío.
Muero también a la inestabilidad emocional y a la impaciencia desbocada. 
Muero a las decisiones precipitadas, pero muero también a la incapacidad de decidir por pensar que dolerá, que fracasaré o que simplemente no podré. 
Gracias por mostrarme una nueva vida, un nuevo camino y un nuevo reto. Gracias por escoger por mi las personas que me acompañarán en el nuevo tránsito hacia lo que he querido desde niña, personal y profesionalmente, y que por limitaciones impuestas veía inalcanzable.
Empieza la cuenta regresiva para decírte adiós y cómo me gustaría que algún día pudieras volver, pues con lo que me enseñaste, hoy más que nunca, estaría preparada para pasar cada prueba, enfrentar cada dolor y triunfar ante cada obstáculo.Pero no sé si por fortuna tal vez, eso nunca pasará, porque el tiempo no regresa.
Estos próximos 3 días viviré en homenaje a lo que fuiste, celebraré todo lo que me dejas. Lo bueno, lo malo y lo feo. Te despedirás de mi y yo de ti como se debe y con una sonrisa en el alma, paz en el corazón y un gracias enorme en mi mente y en mi mirada recordaré los pasos, las huellas, las entregas, las miradas, las personas, las vidas. Incluso esas que se fueron, algunas de manera trágica, otras de manera precipitada y otras de manera incomprensible y que me dejaron sangrando el alma. 
Esta Liliana ha crecido y es más felíz, más racional, más mujer, más humana. Te lo debo a ti.
Mil gracias por tu generosidad, mi querido 2012.